
Las casas prefabricadas o mobile homes, como se las conoce en Estados Unidos, son relativamente nuevas en el estilo de vida español.
Pero llevan ya varias décadas siendo una gran solución alternativa para los norteamericanos, que suelen hacer uso de este tipo de casas si no pueden alcanzar el precio de una tradicional.
La historia de las casas prefabricadas está muy ligada a la de las autocaravanas y casas rodantes que surgieron en la primera mitad del siglo XX en América.
Pero con el tiempo, las casas prefabricadas se han ido distanciando de esos modelos, haciéndose más grandes y habitables, buscando siempre asemejarse lo más posible a una vivienda tradicional, pero manteniendo las ventajas de las casas móviles.
Fue precisamente a mediados de los años 50 cuando se empieza a crear el germen de lo que hoy conocemos como casas prefabricadas.
En un principio se pensó en viviendas modulares, tal como las que hay hoy día, que se construyen en un gran solar o fábrica, y que son transportadas hasta el lugar donde van a quedarse, al menos momentáneamente.
Estás casas estaban pensadas para poder moverlas de sitio “fácilmente”, ya que se mantenían sobre un gran soporte con ruedas, que permitía engancharlas a un camión para trasladarlas de lugar.
Estaban pensadas para aquellas familias que debían cambiar de ubicación cada poco tiempo, por temas laborales, por ejemplo, pero querían una vivienda más propia y grande que una simple caravana.
En los años 50, como decimos, surgieron los primeros modelos de casas móviles, de diferentes tamaños.
Los había más pequeños, para una pareja, con apenas dos o tres estancias, que podían ser llevadas por cualquier coche, como si de un remolque se tratasen.
Pero también se empezaron a fabricar casas más grandes, que debían de ser movidas con tractores o camiones más potentes.
Estas casas estaban destinadas a familias más grandes, y a ser usadas de manera permanente, como las casas tradicionales, a las que se parecían en casi todo, con la ventaja de que podían ser fácilmente trasladadas de lugar si era necesario.
Los materiales con los que se creaban estás casas comenzaron siendo el aluminio y la chapa, muy al estilo de las caravanas, para luego mejorar hasta el PVC, los paneles térmicos y otro tipo de materiales mucho más seguros y aislantes, sobre todo, para evitar que la estancia se convirtiese en un horno o en un congelador dependiendo de la época del año.
Los nuevos adelantos tecnológicos permitían que los materiales cada vez fueran mejores, y las casas fuesen más resistentes, hasta casi no plantear importantes diferencias con las casas tradicionales, e incluso tener ciertas ventajas sobre estas, que necesitan un cuidado y revisión constante de paredes, pintura, obras…
Las casas prefabricadas también necesitan cierto mantenimiento y reparaciones, pero los materiales cada vez las hacen más robustas y fiables.
Fue en la década de los 70 cuando estas casas lograron su máximo apogeo, coincidiendo curiosamente con el momento en el que se comenzó a dejarlas estáticas en una parcela determinada, seguramente para siempre, o al menos sin moverla tan a menudo como se acostumbraba unos años antes.
En este sentido, los norteamericanos empezaron a tomar conciencia de que estás casas podían ser algo más que viviendas rodantes.
Servían como alternativa perfecta a las casas tradicionales de ladrillo y cemento, y como éstas, podían quedarse “plantadas” en un sitio sin la necesidad de moverlas.
Los materiales más resistentes y los nuevos modelos, considerablemente más amplios que los primeros, permitían que a simple vista, estas casas se diferenciasen cada vez menos de las tradicionales.
Y su precio seguía siendo bastante inferior, por lo que muchos se decidieron por ellas.
Los modelos seguían creciendo, y ya se podían ver anuncios en las que las empresas fabricantes de este tipo de casas ofrecían viviendas “hechas a medida” para cada usuario, que podían ir desde una estancia de apenas 30 metros cuadrados hasta una mucho más grande, en la que dos o incluso tres grandes módulos de ese tamaño se ensamblaban para crear una gran vivienda.
Estos módulos eran creados y transportados aparte, y se unían en el sitio donde iría la casa. Este método estaba destinado a aquellos que no moverían su casa de la parcela elegida, ya que requería mucho más esfuerzo.
Cuando los propietarios de estas casas comenzaron a preferir eso de dejarlas en la parcela elegida para siempre, las empresas vieron que podían construir casas que directamente estuvieran destinadas a ese fin, sin que pudieran moverse del sitio donde se situarían, porque tampoco haría falta.
Esto supondría una mayor seguridad para la casa y sus habitantes, ya que podría situarse en el mismo suelo de la parcela, e incluso “incrustarse” en ella con cimientos como los de las casas tradicionales, yendo un paso más allá.
Es entonces cuando se comienza a hablar de verdad de casas prefabricadas, tal como las conocemos hoy día en nuestro país.
En el año 1980, el propio Congreso de los Estados Unidos admite cambiar el nombre de casa móvil a casa prefabricada, completando simbólicamente esta transformación.
Estas casas se crean por módulos, que suelen ser más bien pequeños, coincidiendo normalmente con estancias de la vivienda (cocina, baño, dormitorio…), para luego ser ensamblados gracias a un sistema de marcos estandarizados, que nos permitirá unir cuantos módulos deseemos con total seguridad para la consistencia de la casa.
Este método puzzle se hizo muy popular desde su nacimiento, allá por los 70, y es el que más ha sido exportado, hasta el punto de que la mayoría de empresas que fabrican este tipo de viviendas lo utilizan en todo el mundo.
Estás casas prefabricadas, como decimos, comenzaron entonces a ser colocadas en parcelas sobre hormigón, de una forma muy similar a como se construyen las casas tradicionales, dotándolas de mayor consistencia y resistencia.
Sobre todo en sitios donde puede haber problemas con las casas de este estilo por los fuertes fenómenos atmosféricos (huracanes, tormentas) que podrían deteriorar, y en algunos casos, incluso destrozar este tipo de casas.
Con este nuevo sistema de ubicación y la mayor resistencia de los materiales, las casas prefabricadas apenas se diferencian de las tradicionales frente a una tempestad de estas características.
A partir de la década de los 70, las casas prefabricadas modulares comenzaron a extenderse por otros países, desde Canadá a Reino Unido.
Pasando por Alemania, España o incluso Israel, donde algunas de estas casas han tenido un papel clave en el conflicto entre palestinos e israelíes, siendo el hogar de muchas familias expulsadas de la franja de Gaza.
En los demás países, la demanda de estas viviendas también está comenzando a repuntar en los últimos años, dado el difícil acceso a la vivienda, y el mejor precio de este tipo de hogares.
En muchos campings y zonas de acampadas de todo el mundo podemos alojarnos en bungalows, que suelen ser casas prefabricadas hechas de madera.
Al estilo de las antiguas cabañas de los bosques, y que suponen otra alternativa de alojamiento bastante buena, aunque está más destinada al turismo vacacional que a la residencia permanente.